Vulnerabilidad de los Derechos Humanos por parte del Estado Colombiano
En Colombia el término militar falso positivo es atribuido a aquellas personas civiles que fueron asesinadas por las fuerzas militares gubernamentales como miembros de la insurgencia; un fenómeno que se ha venido repitiendo a lo largo de los años y que en la actualidad ha salido a la luz a raíz de escandalosas agresiones y vulneraciones a la población civil realizadas por el mismo ejército colombiano.
La oposición política colombiana ha sido históricamente perseguida por el Estado. Sus herramientas de control social fueron entre otras la desaparición forzada, la estratégia paramilitar y una creciente militarización de la sociedad.
El Estado colombiano prefiere ahora hablar de postconflicto y de apertura económica a las empresas multinacionales con grandes intereses en el país pero las guerrillas siguen activas y la dinámica del terror generada en gran medida por el mismo Estado sigue aflorando poniendo en evidencia las constantes vulneraciones a los Derechos Humanos.
Dos ejemplos de la herencia de la política del terror contemporáneos a la realización del reportaje son el cementerio clandestino de La Macarena y los falsos positivos de Soacha.
El año 2010 se descubrió en el departamento del Meta uno de los cementerios clandestinos (otras personas sugieren que es una fosa común) más grandes de Latinoamérica*. Éste albergaba centenares de cuerpos sin identificar en una zona contígua a la base militar implantada pocos años atrás. La entrada de grupos especiales del ejército en la región coincide con las desapariciones de campesinos, líderes sociales y defensores comunitarios y se estima que gran parte de los cuerpos serían de personas civiles “dadas de baja” por militares como guerrilleros muertos en combate.
El incremento de la militarización de la sociedad colombiana auspiciado por la política de seguridad democrática presidida por Álvaro Uribe Vélez también tuvo sus consecuencias en la ciudad contígua a Bogotá: la población periférica de Soacha**. Para intensificar la presión sobre la insurgencia y sus defensores, el ministro de defensa del momento, el actual presidente del gobierno colombiano Juan Manuel Santos y su círculo más próximo, decidieron incentivar a aquellos militares que causaran más bajas al enemigo con subsidios y vacaciones. Esos incentivos fueron el caldo de cultivo para que miembros del ejército nacional atrajeran la atención de 19 adolescentes de los núcleos humildes y periféricos de Bogotá y, bajo la promesa de darles trabajo, se los llevaron a centenares de kilómetros del lugar (departamento de Santander) para arrebatarles la vida y posteriormente vestirlos de camuflaje haciendolos pasar por guerrilleros muertos en combate y hacerse con los incentivos.
Tal vez ambos casos fueron los más mediáticos pero se estima que en dicho país quedan ocultas centenares de fosas comunes y el eco del fenómeno de los falsos positivos no deja de repetirse ya sea en Antioquia, Boyacá, El Huila, El Valle o Sucre. La estratégia ya sea para obtener unos resultados militares favorables, golpear la oposición o generar ganancias fue implementada por los grupos paramilitares y asumida por las mismas fuerzas estatales.
El proyecto Falso Positivo quiere ser un pequeño altavoz para los que sufrieron de cerca la violencia estatal colombiana históricamente silenciada.
De toda mi estancia en el país me quedo con una frase que gritaban las madres en un evento en favor de la memória histórica: ¿Por qué? ¿Por qué nos asesinan si somos la esperanza de América Latina?